Un día primaveral en El bosque de la Alhambra

El sábado 16 de marzo se realizó la segunda de las visitas urbanas programadas para esta temporada en Ecodías, en esta ocasión, el protagonista fue el Bosque de la Alhambra.

Un nutridísimo número de los participantes, no faltó ni uno de los inscritos, tuvo la oportunidad de disfrutar de un día más que primaveral en el que es el jardín más bosque de los espacios verdes que tiene nuestra ciudad. Y con la filosofía de este proyecto, queríamos conocer su historia, sus habitantes y restos patrimoniales que atesora.

Así que tras un primer ascenso nos colocamos en la puerta de entrada de este maravilloso espacio verde, la Puerta de las Granadas.

Como no podía ser de otra manera, el componente natural tuvo un papel relevante. Reflexionamos sobre la evolución de esta masa forestal, desde un pasado en el que el hombre no estuvo presente hasta las transformaciones sufridas por el espacio para convertirse en un entorno de carácter defensivo y militar, hasta llegar al espacio ajardinado que hoy conocemos.

También conocimos a algunos de los habitantes vegetales que lo forman. El bosque, como ente viva en constante evolución, paso de ser una alameda en sus primeros tiempos de dominio cristiano a un espacio mucho más rico, con mucha más diversidad, en el que aumentaron el número de especies presentes, siendo una u otras las protagonistas del lugar. Algunos de esos elementos, olmo, tejo y castaño loco nos sirvieron como ejemplos para aprender algo sobre las mismas, y lo que es más importante, darnos cuenta de la importancia y relevancia que tienen las plantas, no solo para el mantenimiento del ecosistema, sino para la supervivencia de nuestra propia especie.

Pero salpicados por este bosque se encuentran muchos otros elementos patrimoniales de importancia. Puertas como la de las Granadas, la Justicia, el Vino, Bibrambla. Puntos de agua como las pequeñas acequias que bordean los caminos, el Pilar de Carlos V, aljibes, etc. Estatuas, efemérides o recordatorios vinculados a Washington Irvin,  Ángel Ganivet, los Mártires, etc.

Hay tantas cosas en este lugar que las casi tres horas que duró la visita se pasaron rápidamente. Hicimos algo de deporte, “conquistamos una fortaleza”, escuchamos alguna canción, disfrutaos de algunas leyendas, etc.

Pero sobre todo, esperamos que la visita sirva para reflexionar sobre la importancia de conservar y poner en valor nuestro patrimonio.

Ahora que las yemas de los muchos árboles de hoja caduca empiezan a aparecer, llega una de las épocas más maravillosas de este lugar, la primavera. Pero más adelante, en el otoño, los colores ocres del lugar ofrecen una imagen muy distinta. Este es un lugar vivo, cambiante, que bien merece visitar a lo largo del todo el año, y ahora que lo conocemos un poquito mejor, seguro que el sabor de boca que nos deja cada visita, es más enriquecedor.

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