De Valparaíso a Sacromonte

Qué contentos estaban algunos “veteranos” de estas visitas al ver que, de manera sorpresiva, se planificaron dos visitas urbanas extras en el programa Ecodías. La primera de ellas, el pasado sábado 8 de junio, El Sacromonte.

La madrugada vino con algo de agua, un chirimiri  o calabobos, no más, que se prolongó durante los inicios de la visita, pero eso no produjo mucha alteración, y 23 fueron los asistentes a esta iniciativa.

Esta vez el barrio del Sacromonte, como lo conocemos hoy, fue nuestro protagonista. Un barrio único en el mundo, donde los eventos en el sucedidos a lo largo de la historia, crean un entorno con una idiosincrasia muy particular, y donde, como andaluces que somos, los eventos en el sucedidos pudieron haber cambiado el mundo que conocemos hoy.

Valparaíso, como era conocido en periodo musulmán, hace alusión a la magnificencia del entorno, donde el Darro, en su llegada  a la ciudad, y con el marco exclusivo de la Alhambra, el Albayzín y el propio Sacromonte, deleitan a sus visitantes. Pero en ese periodo poco más que naturaleza había en ese lugar, pues pasada la muralla, solo el camino hacia Beas y Guadix arañaba estos montes.

Acontecimientos posteriores, que tuvimos la oportunidad de ir conociendo a lo largo de la visita, fueron haciendo que, distintos pobladores, por distintos motivos y en distintos periodos, apareciesen, ocupasen y decidiesen residir en el lugar. Moriscos, gitanos, cristianos, gentes venidas en periodos de pobreza, etc. horadaron las montañas, construyeron cuevas y dieron al barrio, un barrio extramuros, su particular presencia.

Así que de Valparaíso se pasó a Sacromonte, nombre eminentemente cristiano y que esconde la asombrosa historia de los Libros Plumbeos, que nos llevó a reflexionar sobre el desazón que produce tener que abandonar una tierra, la nuestra, donde, durante generaciones, las comunidades musulmanas la sintieron como suya. Un dolor que seguramente fue acicate indispensable para urdir un plan que, como ya hemos señalado, pudo cambiar el mundo. Hecho que no queremos reflejar por aquí, pues es posible que esta visita la volvamos a programar en el futuro, y no queremos adelantarte la trama.

Las cuevas también fueron nuestras protagonistas. Con la visita al Museo de las Cuevas del Sacromonte tuvimos la oportunidad de conocer esta singular vivienda, tan propia de nuestras tierras, y ver “cómo se las apañaban” los residentes de las mismas para sacar adelante a unas familias con unos recursos muy limitados.

Poco a poco las aguas se fueron, el calor avanzó con nosotros en la visita y ya en la Abadía del Sacromonte acabó una jornada que esperamos haya permitido poner en valor este preciado barrio de Graná, su singular historia y su magnífico paisaje.

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