Verde que te quiero verde

Es indudable que no podemos negar que durante el mes de marzo tuvimos una intensa temporada de lluvias, y que desde esa fecha algunos chubascos extras también nos han visitado, porque el campo está teniendo una primavera como no se veía en mucho tiempo, ¡qué verdor!, ¡qué maravilla de floración!

Y en ese ambiente plenamente primaveral se desarrolló la última de las actividades realizadas del programa ECODÍAS, de la Fundación Caja Rural de Granada, una visita por el corazón del Parque Natural Sierra de Huétor, la visita La Cañada del Sereno.

Empezamos en la casa forestal de Los Peñoncillos, una de las muchas instalaciones vinculadas a las repoblaciones forestales que se hicieron en estos montes, principalmente de coníferas, y que en parte recorrimos en nuestro paseo. En su momento vimos que cumplieron una importante misión, hoy ya podemos ver otras medidas que se están llevando a cabo, el aclareo, para permitir la diversificación de esos espacios y el repunte del encinar que está pidiendo paso.

Conforme realizamos el primer trayecto de ascensión el paisaje se iba abriendo y las vistas iban mejorando, pero la dureza del suelo limitaba el crecimiento de las plantas y los arbustos eran cada vez más importantes. A lo largo del paseo tuvimos la oportunidad de reconocer muchas de las especies presentes en la zona, pinos, enebros, agracejos, majuelos, mostajos, etc. y ver como factores como suelo o altura condicionaban su presencia. Y verde estaba todo, pero cuando nos metíamos en algunas barranqueras, algo más protegidas de la insolación directa, casi había que ponerse las gafas para que el fluorescente verde primaveral no nos cegase. Es verdad, como buenos andaluces, exageramos, pero nadie puede negar que el verdor era intenso y no solo el verdor, numerosas floraciones estaban en marcha aportando colorido a un paseo, donde destacaremos, los muchos ejemplares de peonía que nos encontramos.

En la visita, un nutrido grupo de participantes subimos al cerro del Corzo, desde donde disfrutamos de una vista 360º de este espacio protegido, mientras otros participantes ya daban sus primeros bocados y todos tuvimos la oportunidad de participar en algunos jueguecillos para ejemplificar la actividad ganadera de la zona o como se desarrolla el ciclo de la procesionaria.

Pero, ¿dónde acaba el agua caída?, pues en esta sierra caliza, como no podía ser de otra manera, moldea un paisaje kárstico típico, donde destaca el cerro del Púlpito y se infiltra y acaba surgiendo en pequeños afloramientos que, en nuestro paseo, más arriba o más abajo, acaban dando lugar al nacimiento del Darro, así que en ese tramo final de  la jornada también recorrimos esa cabecera del río.

Entre las actuales masas forestales, algo escondidas y colocadas en lugares estratégicos, en este parque natural se encuentran múltiples restos de trincheras, parapetos u otras instalaciones creadas en el frente bélico que se estableció en la zona al poco del inicio de la Guerra Civil. Así que, en otro pequeño extra añadido al sendero oficial, ya que en ECODÍAS queremos poner en valor el patrimonio de nuestro entorno, no podíamos dejar de pasar la oportunidad de visitar las Trincheras de las Veguillas, pues solo conociendo el pasado tendremos una oportunidad extra de no recaer en semejante pesadilla.

Y a la hora prevista, antes de darnos cuenta, ya estábamos en el autobús.

Con esta visita acaban las visitas a espacios naturales de esta segunda edición de ECODÍAS. Ya por delante, los días 1 y 8 de junio, las dos últimas visitas urbanas. Así que, para quien se haya quedado con ganas de más campo, esperamos poder tener la oportunidad de vernos en la próxima temporada.

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